Capítulo 5 La noche en la que el flautista pasó por Bremen.
Andaba como el perro persiguiendo al gato con Devin, teníamos miradas furtivas esporádicas, me sacaba de quicio con cualquier cosa pero me reconfortaba su café y la gran adaptación que me hizo llegar en esta maldita ciudad en la que nunca pasaba nada y llegó a pasar de todo, salíamos por las noches al tejado para ver a los ruines burgueses y para poder señalar a los puteros que andaban en busca de que se los follasen mejor que sus mujeres, nada fuera de lo normal hasta que vimos un poco en la lejanía a una persona (de vestimenta femenina) vagando a solas por la calle colindante a la nuestra.
Una extraña melodía borró nuestras sonrisas, era estridente para cualquier oido y a mi me daba dentera, era como un roce metálico mezclándolo con un chirrido agónico y un final silencioso para empezar con el ruido de nuevo, en la noche sonaba como una jodida marcha fúnebre, era arrítmica, tal agónica que nos meneamos los tímpanos para volver a seguir con el angosto sonido estridente.
- Dirk: ¿le conoces? ( refiriéndome a la persona)
- Devin: no puedo verla desde aquí, pero no parece en apuros
- Dirk: es casi media noche y una posible mujer sola por la calle es sospechoso
El sonido era espantoso pero fino para lo noche fría de Bremen, entonces vimos las primeras ratas.
El detalle que me hizo percatarme de lo anormal de la situación fue que iba abriéndose paso por algunas ratas que se escondían al paso de la posible mujer, esto me hizo correr a por mi gabardina para ponerme en camino hacia la calle, se acabaron las manitas con Devin.
- Dirk: Devin, corre, voy a ir por la calle de al lado para encontrármela de frente
- Devin: ¿ y qué hago yo?(atónita)
- Dirk: analiza sus pasos por detrás, ten cuidado, grita si estas en peligro (mientras me alejaba de ella)
Corrí como alma que lleva el demonio por la calle colindante enmarañado en la noche de Bremen, salpicaba los charcos de agua manchando mis bajos pero daba igual, se me olvido coger el sombrero pero no tuve mucho tiempo.
En el trayecto conté como cinco ratas muertas boca arriba o pataleando su último aliento de vida, quien quiera que hubiese pasado por allí era algo del inframundo que mataba la vida a su paso, espere a cruzar la calle para encontrarme a la posible mujer de frente con tan mala suerte que tropecé (debido a las bullas) con un mendigo que dormía en la calle haciéndome caer, tropecé debido al inmóvil vagabundo que no soltó quejido alguno, me maldije por haber perdido la única oportunidad de jugar mis cartas y poder verle la cara pero…
Tuve que hacerme el mendigo durante el instante que estuve en el suelo, tenía que hacer algo y rápido.
- Dirk: ¿me da una limosna? (llamando la atención de la mujer)
Noté la pestilente fragancia de algo asqueroso, mis fosas nasales no estaban acostumbradas a aquel olor tan fuerte de aquella falda negra y lo que arrastraba, mas ratas muertas adornaban los adoquines, eso explicaba el sonido fino, eran putas ratas muriendo, agonizaban hasta que ya no podían más y sucumbían a la muerte, yo pude notar el mal estar de aquella posible mujer, no obtuve respuesta de mi limosna pero si mis ganas de querer quedarme allí ante el vagabundo … que no era un sin techo, era un cadáver…
Estaba muerto, me había tropezado con un muerto, paso de largo de nosotros y me quedé perplejo por aquella cara de sorpresa, le salía espuma blanca de la boca y era muy reciente ya que estaba caliente aun, yo lo confundí con un sin techo pero llevaba un traje medianamente elegante y estaba limpio ( cuando lo observe ahora más de cerca)
Ya siendo sobrepasado por lo que pude deducir que era una mujer el olor que dejó a putrefacción era tan insoportable que me sentí mareado y sobrepasado por la situación cuando reconocí el grito agudo de Devin, ¿estaría en peligro?.
Mientras tanto, la mujer abandonaba el lugar a un paso normal perdiendose entre la neblina y adoquinada calle a escasos metros de mi.
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Fue como si el maldito flautista de Hamelin hubiese pasado por Bremen aquella noche, al cabo de unos minutos extenso me recompuse de mi pestilente aroma y encontré a Devin llena de ratas rodeándola, gritaba y chillaba sin consuelo alguno viéndose sorprendida por aquellos animales odiados por la mayoría de los seres humanos, solo aportan enfermedades incurables para la sociedad.
algunas le saltaban y a base de patadas y agarrarla en volandas pudimos salir de aquella pesadilla de calle, toque aquel tacto peludo de las ratas sin ser mordido (o eso creo) por alguna asquerosa rata, todo fue muy surrealista aquella noche de Bremen, nadie salió a echarnos una mano, no vi a gente fisgoneando en los balcones.
- Dirk: he encontrado un cadáver.(dije jadeando)
Devin tenía una cara de descomposición y con las lágrimas saltadas pero accedió a acompañarme de nuevo al callejón donde estaba el nuevo cadáver de esta maldita ciudad, cogidos de la mano, a lo que Devin se volvió a sobresaltar.
Paul Thomas, gritó afonicamente
Es el señor Zimmermann, gritó Devin nuevamente.
- Dirk: ¿lo conocías? (sorprendido).
- Devin: claro, es el dueño del cine de Bremen, oh dios mío, que espanto ( tapándose la boca).
La abracé para consolarla porque sentía que lo necesitaba, teníamos que avisar a las autoridades y solo conocía al comisario Leoni, no estaba muy lejos pero sin antes percatarnos de que el camino que había dejado la mujer estaba impregnado de raticida o de algún tipo de veneno que mataba a todo por su paso, ambos, nos tapamos la nariz y salimos corriendo en dirección a la jefatura de policía de Bremen, donde hablamos con Leoni.
El señor Zimmermann se ve que era muy querido en la ciudad ya que era el encargado de traer la cultura audiovisual a la ciudad, era un hombre apuesto y adinerado pero que frecuentaba los burdeles, recordé haberlo visto en el combate de Thomas contra Devin (que no llegó ni a empezar).
Esta vez dejamos descansar a Doctor Luce, ya que últimamente tenía mucho trabajo y debido a su avanzada edad teníamos que dejarlo descansar alguna que otra noche, todos tenemos pesadillas y sueños que debemos disfrutar y padecer, y esta no iba a ser menos.
Oficina de pesquisas 2020
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José S. Cabrera